Un reencuentro con el espíritu y la magia del trópico.
Retomar los acrílicos fue una aventura maravillosa; un reencuentro muy positivo con un material fluído, versátil, lleno de vitalidad, intensidad y texturas, que le permitió expresarse con pasión y libertad, en un exquisito frenesí ejecucional. Las formas, planos, atmósferas y profundidades que buscaba, surgieron a borbotones.
En cada movimiento la espontaneidad es notable y el ejercicio transmite ese cúmulo de emociones características de su obra.